Soy partidaria de que cada una haga lo que le de la gana. Pero si eres amiga mía, intentaré que te veas bien antes de que acabes convirtiéndote en un pez globo sin expresión, con el filler migrado alrededor de tus labios y con la misma cara de mente hueca que tu amiga la que te lo recomendó. I said what I said.
Ahora, hay gente que se sabe pinchar muy bien, cuyas intervenciones estéticas no comprometen su inteligencia, alguna amiga mía, después de una lactancia, un poquitín de hialurónico para volver a la normalidad de quién tú eras después de que le dieras tu cuerpo a tu bebé, tan bien hecho que ni notas la diferencia, hecho con tanta elegancia que no caen en la vulgaridad de sugerirte que lo hagas tú también.
Pero yo siempre hago un llamamiento a la cordura, porque las redes sociales están intensas y las campañas insidiosas de los cirujanos estéticos también. Que tú no veías el defecto hasta que ellos te lo señalaron, hasta que una revista con redactoras sin criterio, colocadas de iced matchas, te recomiendan los retoques de moda. Estudiar periodismo para acabar escribiendo artículos mediocres de click fácil, que avivan las inseguridades de las lectoras y les ofrecen soluciones baratas. Me niego a ser víctima de la cultura de la insatisfacción y la ingratitud, de la cultura de los remedios fáciles para tu placer inmediato, de la cultura de “serías más feliz con tu cara viéndose mejor”, de la cultura de las mujeres sin personalidad que comparten cara.
¿Pero qué es mejor? ¿Tú como hace unos años? Porque yo estoy más buena hoy que nunca, y no sólo porque engordar me haya sentado de maravilla si no por la energía que tengo. ¿Arrogancia? No. Gustarse no es falta de humildad, es querer vivir en paz. No estoy ya para tonterías ni voy a pedir perdón por haber aprendido a verme bien.
¿Guapa para quién? ¿Para los ojos de tu compañera de trabajo? ¿Para los de tu novio que más que una mujer ve una muñeca? Todo el rato trying to keep up. Queriendo esconder que envejecemos. Queriendo quedarnos estáticas hasta la muerte. Quiero ser un ejemplo de calma en aquello que no nos debería gustar y que siendo honesta, no me gusta nada. ¿Qué te crees que me gustan las arrugas que me veo? Obviamente no María. Mi mente ha sido tan bombardeada como la tuya. Pero me encomiendo a la buena alimentación, deporte, buena compañía y cremas como acompañamiento al paso del tiempo. Y a una estricta política de nada de filtros. Para que se vea que pasé por la vida pero no ella por encima de mí. Porque pienso en qué clase de ejemplo estamos dando para las niñas y niños que están mirando. Ejemplo de cabezas vacías y vanidad por vanidad. E insisto ¿qué clase de amistad es esa que te anima a cambiarte? No quiero amigas que se mantienen en la superficie nada más, que filtran su cara como filtran sus stories, para que les combinen con su estética Pinterest y sus novios.
También podemos caer en el “envejecer con dignidad”, envejecer pero sin que se note tanto, con gracia, como si eso fuera otra obligación más. Buscarle remedio al envejecimiento de uno u otro modo, pero remediarlo. Acabaríamos antes asumiendo que no le podemos ganar la carrera al reloj y disfrutar con más o menos arrugas.
No quiero ser parte del culto de “en la cara, botox y de conversación interna, Chatgpt” Quiero que se me note en la cara lo que estoy pensando y ser yo la que lo piense.
Love,
Nu.