Yo pienso en lo fácil que sería vivir de la tierra. Plantar tu propia verdura. Criar tus propios animales. Pescar lo que te vas a comer. Adiós facturas.
Ni likes, ni influencers, ni campañas de marketing. Tampoco habría espacio a la mentira, si la gente decidiera ir lento cuidaría de su ropa, de sus objetos, y no nos podrían vender más nada que no se pudiera arreglar. No nos podrían intentar engañar con anuncios en los que dan espacio a artesanos, el artesano del vídeo es real, pero ¿qué tiene de artesano la camisa que te compras en Springfield? Nada.
Pienso en el mundo en el que no se pueden vender tus valores. Si una marca no lo hace bien, nadie pondría su cara para hacerle un lavado de imagen. Seguro que los influencers se cuentan la mentira de que son el motor del cambio poniendo a Lefties como algo aspiracional, mientras son únicamente el lubricante con el que las marcas nos ayudan a tragarnos su mensaje, sin que nos duela la conciencia. A ellos ya no les duele desde hace muchos años. Me imagino que van a clases de yoga para equilibrar y tiene Tranquimazin en la mesilla para dormir. Todo pasa factura.
Pienso en que cuando no me ve nadie, necesito todavía menos. Con mi único bikini tengo suficiente. Me lo pongo, lo lavo a mano, lo seco y me lo vuelvo a poner. Un dolor menos de cabeza: el elegir bikini. Y mi maleta con lo necesario.
Pienso en la gente desconectada de la tierra. Que no saben ni cuidarla ni valorarla. Eso es señal de que ellos no se quieren. Nadie que se ama, dañará a algo o a alguien.
Pienso en a donde quiero ir y cómo lo quiero hacer. Como si el agua del mar me purificase y me diera la claridad que necesito para observar por dónde sigue el camino.
Pienso en cómo mi presencia puede dejar menos rastro al venir aquí: no plásticos, no llevar mil cosas, ropa de algodón, no ponerme mascarilla en el pelo que contamine el agua, ni pendientes que se puedan caer y convertirse en basura.
Pienso en todas las elecciones que quiero hacer para no comprometer esta paz que me regala la playa y el mar. Paz que me inspirado a escribir todo esto del tirón y sin haberlo planeado.
Pienso cómo hacer mi vida más sostenible para poder ofreceros un camino a seguir.
Pienso en qué pensarán los peces, si les molestaré cuando entro a nadar. Y en la posibilidad de que aparezca un delfín de la nada y quiera jugar conmigo. También pienso en que esa debería ser nuestra única posibilidad de contacto con estos animales, un golpe de suerte de los de “lugar adecuado, en el momento adecuado” Y no lo voy a negar, también pienso en que me coma un tiburón. Miedos infantiles. Qué mala fama tienen. Benditos tiburones que son imprescindibles para que no nos quedemos todos sin ecosistemas marinos.
Pienso en lo mucho que me gusta meditar oyendo el mar, en lo mucho que me sana ir sola y lo mucho que me alegra venir acompañada por personas que no necesitan llenar de conversaciones vacías mi silencio.
Pienso en lo bonito de decirse adiós con desconocidos porque acabáis de disfrutar del mismo momento presente en una cala minúscula, sonriendo con los ojos.
Pienso que uno de los placeres de la vida es comer fruta desnuda mirando al mar, y no te digo nada del guacamole con chips.
Pienso en qué vais a pensar de mis pensamientos. Y en lo peculiar de esta carta.
Pienso que cuánto más tengamos el foco en las cosas que amamos, menos problemas habrán en el mundo. Si sabemos poner el foco en nuestro deseo, no estaremos con nuestra envidia mirando el de las demás. Pienso que no habría conflictos si estuvieramos de verdad conectadas a nuestro corazón.
Pienso en la ducha de después del día de playa, cuando cae la sal y aparece el moreno. Ese moreno que tanto deseo este año para no estar pálida al lado de Ash. Todavía tengo clavado su: Baby, you know you are white, right? En la crema hidratante, en mi iluminador de Fenty y en el perfume que me voy a poner después. En las sandalias y en el color que voy a llevar en las uñas de los pies. En el chiringuito. En una bebida fría. Y en el sonido de mar de fondo. Me acabo de ir a Junio.
Y aquí, enviando esta carta, es donde vuelven las cosas, donde la vida es algo más que estar sola en una cala reflexionando, donde vuelve la conexión a internet que me permite enviaros esto. Una vida en la que quieres que cada acto tuyo no comprometa la posibilidad de volver a nadar en un océano limpio en el que la suerte te pueda regalar jugar con tu animal favorito.
Ve a una cala perdida, báñate, coge papel y lápiz, o en su defecto las notas del móvil, como yo ahora y escribe. A ver qué te cuentas que no sabias ni que estaba en tu cabeza. Lo que os toca esta semana es escritura libre. Respiráis con los ojos cerrados unos minutos y cuando sintáis que estáis listas, a escribir.
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Love,
Nu