Elaboro. Tú estás pasando una mala época y te falta fuerza de voluntad ( o crees que te falta) para levantarte y hacer lo que ibas a hacer, independientemente de tu ánimo (algo que le puede pasar a cualquiera). Pero miras a tu alrededor y ves una casa revuelta, un marido de dudosa higiene y mundo interior, al que cuidar de su apariencia le parece algo innecesario y al que aumentar sus conocimientos le parece una tontería, al que aunque estés mejor o peor le pareces la misma de siempre, con la que decidió esperar a la muerte, de esos a los que la enfermedad con el paso del tiempo le parece normal e inevitable, una casa patas arriba, un hogar y tú te enamoraste de sabe Dios qué cualidad suya (no me preguntes a mí) y cuando te quisiste dar cuenta (si te diste) te volviste como él: compartís cama, apatía y conformidad. Cause you made it. You are married. Y ahora, a vivir anestesiados frente a la realidad. No puede ser. Hay que dar un golpe y decir ‘basta’. Aunque sea por inspiración divina.
Ese marido que nadie se quiere llevar te lo consentirá todo: que te abandones, que no hagas deporte, que comas mal, que no hagas de tu casa un lugar acogedor y de tu cuerpo un templo. Y no, no eres una niña pequeña a la que alguien deba decirle lo que hacer, pero todos nos perdemos en algún momento. Tu pareja no puede perderse contigo y mucho menos consentirte que no veas quien eres, todo tu potencial ni esquivar darte un toque si te estás dejando ir. Si es así, él también está cómodo sabiendo que nadie te va a llevar. You are a product of his own making too: una mujer que perdió el brillo que se quedó ciega pensando que he was it. Así que cuando veo mediocre creating more mediocre me pongo enferma. Y más cuando esa pasividad, le cuesta a alguien la salud y el brillo de los ojos. Porque sí que nos volvemos como aquel con el que dormimos y nuestro potencial se verá afectado para bien o para mal.
Tú necesitas estar activa, con hombre o sin él, pero en pareja, la “amenaza”, la posibilidad de que se acabe, el no dar por hecho que una relación es para siempre son necesarios, en los dos sentidos. Que hay que cuidarse y cuidar. Un poquito de querer gustar es sano, coño. Pero cuando os tomáis por sentado, ahí empieza vuestra decadencia, individual y colectiva.
Yo es que esa gente que no quiere presumir de su pareja no la entiendo. A mí es algo que me hace sonreír mientras pienso <<aquella pobre casi se queda sin aire al verle>> y le sonrío. It keeps you on your toes. Y repito, no hay nada más sano para tu salud mental que seguir queriendo gustarte y gusta, y admirar a tu pareja. Yo no tengo tiempo para celar, el que se va a ir se va a ir hagas más o menos.
Yo ni para que me roben tengo: tengo un padre que decidió desaparecer, no soy de familia rica, soy autónoma y creé un proyecto sin inversores ¿Tú te crees que yo me puedo dar el lujo de abandonarme y deprimirme en función de si me roban o no al novio? ¿o en función de las cartas que me tocaron? Yo me levanto todos los días a la misma hora, haya o no haya un hombre de dos metros durmiendo en mi cama. Pero si estás en pareja que sea con alguien con potencial no vaya a ser que apagues el tuyo. Que los abracitos son tentadores para dejarlo todo por el comfort que te regala alguien.
¿Qué pasa si no hay nada que amenace la vida que construiste porque a ese huevón, por desgracia, nadie se lo quiere llevar? Ni tu criterio lo amenaza: como el está contigo así, con más o menos ganas de hacer planes nuevos, con proyectos o tirada en el sofá 24/7, haciendo más o menos ejercicio. Bajo esa falsa creencia de que solo tenemos que estar sanos, alegres y atractivos con el propósito de cazar a alguien, cómo tú a él ya lo tienes, te puedes dejar morir. Y ese reflejo tuyo, que vas a dejar de reconocer, te costará la conexión contigo misma, la paz mental y la salud. Que él está perenne ahí, como el mando de la tele, no quiere decir que you let go of you.
Abandonarte a ti misma porque ya te casaste no debería de ser una opción. Casarte con el primero que te lo pidió si no te ilusiona como se ilusiona un niño pequeño, tampoco. Que alguien viniera a robarse a cuatro inútiles que yo me sé, sería un regalo. Pero si eso no pasa, la encargada (o el encargado) eres tú. Hay que encontrar a alguien que se lo quieran robar pero que sepa dónde y con quién quiere estar. Me entrego a San Antonio después de muchos años de insistencia de mi abuela. Porque de verdad, vaya tela.
Love,
Nu