¿Podemos decir gorda?
Lo que si tengo claro es que no llamaré gordita a nadie nunca más. Gordita, como si fuera algo malo y no la quisieras ofender. Gordita, como si ella no se amase y tuvieras que evitarle el disgusto de ver que es gorda. Gordita como si te diera pena.
Ella sabe como es, ella sabe su apariencia, la ve en el espejo cada día. Y la llames gorda, gordita o curvy ella es la que elige como definirse. No tú. Y la que va a dictar el significado que le da a esas palabras es ella, en función del tono con el que tú las uses.
Rellenita, gordita, curvy. Eufemismos que solo ponen de manifiesto tu condescendencia. Lo que viene siendo palabras dulces tras las que escondes que te crees superior. Porque ella es gorda y tú no. No dices que es gorda, por “ser educada” y de paso, te subes el ánimo. Porque aunque tus hábitos alimenticios sean horribles, sigues delgada. Extraño poder el que nace de llamar a alguien gordita. Y decir curvy es como usar la palabra leggins para hablar de mallas. É o mesmo.
Las gordas no necesitan ayuda, ni la condescendencia de la gente ni su compasión.
Además ¿Gorda a partir de dónde? ¿Cómo se mide eso? ¿En función de tu sex-appeal? ¿A partir de un peso determinado? ¿O en función de los pliegues de la barriga? ¿Uno es rellena? ¿Dos gordita? ¿Tres plus size?
Todavía recuerdo cuando vi la primera colección de VIOLETA. Pensé: Claro, las gordas deben querer vestirse como viejas y tapar sus cuerpos. Feel the irony. ¡Qué manía con esconder “defectos”! Las gordas no quieren ser Normal Duval ni vestirse de Punto Roma. Quieren sentirse bien, como todas queremos. Y no tener que pedir perdón por serlo. Hacer una colección para un cuerpo en concreto me parece un despropósito cargado de buena intención. Porque lo que hay que hacer es ampliar tallas. Cést fini. Creo que nos deberíamos vestir según nos sentimos, no según nuestro cuerpo. Si tu te sientes sexy y quieres una raja hasta la axila, bueno pues aquí te estaré esperando.
Quererse y ser gorda no debería ser una osadía, ni un acto de valentía. Sino lo natural, lo que se espera. Algo tan cotidiano y normal como ir a comprar el pan. Vamos, deberíamos ver como extraordinarios los momentos en los que no nos amamos.
Mójate. Reeduca a tu lengua. Incomódate y haz pensar. Ponte roja diciendo gorda donde hubieras usado un gordita, como me pongo yo cada vez que lo digo. Porque llevo un año pensando que lo nocivo es el diminutivo, pero mi cerebro me sigue diciendo <<Nuria no, no digas eso>> Cuestiónate. Pregunta a tus amigas. Lee. Y sobre todo no le des tanto peso a las palabras. Lo que cuenta es nuestra energía y cómo lo decimos. Porque a buen entendedor, pocas palabras bastan.
Dale la vuelta. Gorda no tiene porque ser una carga, algo por lo que pedir disculpas al mundo ni algo que tengas que cambiar, justificar o excusar. Ni una realidad que tengas que suavizar para alguien.
El mundo está mirando. Los niños aprenden de nosotros. ¿Queremos seguir perpetuando esta mierda? ¿Queremos que vivan así como nosotras? ¿Sin amar nuestros cuerpos? ¿O les deseamos una vida más ligera? Pues para eso las cargas nos las tenemos que quitar nosotras, empezando por no vivir bajo la sombra de una palabra cualquiera.
Shine baby shine. Y date permiso para hacerlo.
¡Os leo vuestras opiniones por aquí en comentarios o en instagram @cleastudio!
¡Qué tengáis muy buen finde!
Nu