Me decía la chica que me propuso esta carta: “Yo soy sexy. Soy sexy pero no porque quiera que me follen. Soy sexy porque me gusta y me gusta la desnudez, la mujer y el cuerpo. Me siento guay así. Esto los hombres no lo saben gestionar. Porque cuando yo no quiero nada con nadie, se termina la relación de amistad”
A mi me gusta lo mismo: la desnudez, la mujer y el cuerpo. Y me pasa lo que a ella. Lo que haga se interpreta como una invitación para aquellos hombres que traducen las prendas ligeras, la atención, una conversación sin filtros de tú a tú, de igual a igual y una sonrisa a “Ésta quiere conmigo”
Es una pena pensar que los vestidos que se enrollan al cuerpo, el no llevar sujetador, la amabilidad, el ser risueña y una cachonda mental se reduzcan a que quieres obtener algo de alguien, y peor aún, a que quieres simplemente follarte a ese alguien. Como si todas esas cualidades debieran ver la luz a cambio de.
Quizás deberían pensar que somos solo majas, quizás que solo estamos comodisimas en nuestra piel, quizás que simplemente le sonreímos a todo el mundo. Tranquilo, si quiero liarme contigo me lo vas a notar, más que nada porque a mi la vergüenza y el ponerme colorá, solo se me pasa una vez nos acostemos. Eso me relaja de verdad.
Que los hombres piensan que cualquier cosa que hagas es para follártelos, no es una novedad. Todos entienden que quieres comertelos menos el que te quieres comer de verdad. Sí, tú. Sin embargo, yo no dejo de ser como soy y de vestirme como me da la gana para evitar malentendidos o para evitar que me sexualicen. La solución no es taparnos y escondernos. La solución es que se controlen a sí mismos. Alguien tendrá que acostumbrar a la gente de que un cuerpo es solo un cuerpo, que una conversación fluida es solo una conversación fluida y que el sexo es un intercambio placentero que necesita del cuerpo y de una muy buena comunicación.
La hipersexualización empieza tan pronto como una mamá y un papá deciden llevar a sus hijos a un colegio solo de niños y a sus hijas, solo de niñas. “Para que no se distraigan” dicen. “Así están a estudiar, no a mirar a las niñas. Y así a las niñas, no las molestan” La homosexualidad no existe. Enseña a tu hijo a no ser un acosador y a tu hija a saber donde están sus límites. A mi la experiencia me ha demostrado que esa educación crea ineptos en las relaciones sentimentales, y mucho peor, en las sexuales, generan un halo de suciedad sobre el sexo en vez de verlo como algo sano, divertido, sagrado y que no nos corre prisa. ¿Os habéis acostado con alguien muy religioso? ¿Que de repente se les va la cabeza a mitad del acto y lo vuelven sucio casi vejatorio? Fuera de aquí.
Hay que limpiar la imagen del sexo. La sexualización de las niñas continua por ponerles top de bikini para taparles los pechos inexistentes frente a los de sus hermanos, que quedan libres. Empieza en las casas, como todo lo demás. “Tápate. Hazte de valer” Crecemos y se extiende a nuestras amistades y lugares de trabajo. Es nuestra responsabilidad enseñar a los niños que los pechos sin sujetador no son suficiente motivo para que se les parta el cuello. Un día me estaba cambiando con mi primo de 3 añitos en la habitación y me dice: “Oh, tienes tetas como mi madre” Pues eso, hagamos del pecho de la mujer algo natural, normal e irrelevante como los de los hombres. Cuanto más los vean, antes se acostumbrarán a la idea de que no son sólo sexo. Sexo cuando lo quiero yo.
La creencia errónea de que te gusta ser sensual y sexual para los hombres, cuando a mi me gusta serlo para mi misma me horroriza. Lo hago para mi, lo comparto con quien se lo merece y me da la gana. Y lo que soy, no es nunca para ti, aunque te ame con toda mi alma.
Creo que el hombre que es capaz de mantener la amistad con esa mujer sexual, inteligente y divertida sin querer ser su dueño, es el que se gana estar con ella de verdad en la intimidad. Ese que entiende el calor, la intimidad, la excitación de las relaciones, pero no lo limita a un cuerpo y una cara que le atraen. ¿Dónde están? Girl I don’t know, you tell me.
No dejes de ser tú para que no te acosen o te ofendan. Alguien tiene que normalizar esto, así que nos toca ser sensuales si lo somos y sacarle todo el jugo. Educando, siendo o simplemente en silencio, para que en ese silencio, vean lo que está mal por ellos mismos. Incluyo aquí a las mujeres que son peores que los hombres, a esas que dicen que si eres feminista no puedes ser sensual o enseñar, que es volverte un objeto. Tú si que me haces un objeto pensando que mis tetas y mi culo son sólo sexo. La mujer como provocación, como tentación, como culpable se tiene que acabar. Así como reducir una mujer a un agujero.
¡Un beso enorme a todas!
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Love,
Nu.