La diseñadora que vendió su armario.
<<¡Qué bonito suena!>> diría mi hermana, mientras me recuerda que me pongo su cazadora día sí, día también. <<Así yo también vendo mi armario y me hago hippie>>
Me hubiera encantado tener un Ferrari para después venderlo y convertirme en una rica iluminada con 200.000€ en la cuenta. Pero lo único que tenía que me sobraba era el armario y sólo me dieron 100€ por él.
Ocurrió un septiembre, después de haber pasado un mes en Galicia con una maleta de mano. De ella, había usado únicamente una camiseta blanca, un pantalón vaquero, un jersey, una cazadora, un vestido de Cléa y mi braguita negra de bikini. Dormir, duermo como Dios me trajo al mundo. El pijama que me deja mi abuela es un mero trámite que me pongo cinco minutos para que la señora viva feliz.
Si antes de ir, había decidido llevar pocas cosas, y de ellas usé menos de la mitad, lo que quedaba en Madrid, no lo necesitaba, y tras mi segunda lectura del libro El monje que vendió su Ferrari me di cuenta de que tenía que deshacerme de él y sacar ese muerto de mi habitación.
La matemática no os sale. Lo sé. ¿Dónde tengo la ropa? Perchada, en una barra y a la vista. A los pies de la barra tengo 5 cajas pequeñas. Ropa interior, calcetines, bodies, gorros de invierno y accesorios. Tenerla a la vista me ayuda a ser consciente de lo que uso y de lo que está muerto de la risa.
Decidí quedarme tan solo con aquellas cosas que usaba activamente y que me encantaban. El resto las regalé. De zapatos, tengo 6 pares, y me sobran 3. Los que me pongo para cualquier tipo de evento son mis converse blancas. Y obviamente, mis cositas de Cléa, que eso es gloria bendita con vaqueros. De repente haces BOOM y vas que lo petas.
Vamos a pensar, ¿al final que nos ponemos? Lo que nos gusta ¿no? Pues quédate tan sólo con lo que ames. Sin por si acasos y sin y sis. ¿Y si se cae el mundo? Pues si revienta, que te pille rodeada sólo de lo que de verdad quieres, tanto personas como objetos. Que es un follón organizar armarios lleno de cosas que no usamos y contestar los whatssapps de gente que nos cae mal.
La felicidad es la paz, no el placer.
El placer es momentáneo.
La paz es saber que ponerte sin tener que dar vueltas.
El placer es comprar una prenda que en ese momento te pone cachonda.
Lo que es bonito, es bonito siempre. Por eso me quedo con lo que de verdad me gusta. Porque me lo pongo mil y una veces, y sigo pensando ¡Nena! ¡qué guapa vas! Es práctico. No das vueltas a la hora de vestirte. Vas al grano.
Yo me pregunté ¿Quieres seguir engañándote y seguir pensando que necesitas todo esto para ser feliz? ¿Quieres seguir doblando ropa que no te pones? ¿Quieres tener 30 esmaltes muertos de risa aquí o quieres dar trabajo a la que te hace las uñas? Así que me deshice de todo. A tomar viento.
Vivir con menos pero mejor es la clave para mi. Se siente bien. Yo amo diseñar ropa, pero por trabajo diseño más que como persona puedo ponerme y saborear. Entonces mi armario personal, es pequeño. Eso me ayuda a estar presente en lo importante, que es sentirme bien sin más jaleos.
Pero claro, entiendo que es chocante. Porque no han entrenado para acumular, para comprar, para sentirnos mal comprando, y para seguir comprando para quitarnos la ansiedad de haber comprado algo que no queríamos.
Pero yo lo que propongo hoy, no es que tiréis vuestros armarios, el problema no es el armario, si no de lo que está lleno. Porque puede estar lleno de cosas bonitas o de un montón de mierda, y lo digo, sin pedir perdón.
Tengo la teoría de que si no sabes lo que hay en una caja, podrías tirarla a la basura y seguir tu vida tan ricamente. Porque si no recuerdas su contenido, no lo necesitas.
¿Te acuerdas de todo lo que hay en tu armario? Porque ni yo me acuerdo de lo que tengo, y tengo bien poco.
Haz la prueba, saca de tu armario lo que no te pones. No lo tires, sepáralo, y deja que pasen unas semanas. Si lo echas en falta, quédatelo. Si no, regálalo o dónalo. Y cuando vayas de compras recuerda ¿ Me acordaría de esto después de un tiempo si lo tuviera dentro de una caja? Para tener que hacer el proceso múltiples veces, que el planeta ya no está para tanta inconsciencia.
A mi Cléa me da paz.
Y placer cuando me dicen al oído <<Nuria, no sé como se quita tu ropa>> No te preocupes. Ya me la quito yo.
¡Buen rinde a todas y a todos!
Nu.