El que te importe a ti. Eso también es cierto. No vamos a caer en el clásico “Eso no es importante. Hay que fijarse en el interior” Sí. En el interior del calzoncillo. Sin química ni entendimiento en la cama mejor no enamorarse de nadie. Que después vienen los anhelos, las frustraciones y los echar en cara que te falta o sobra algo. Los “me duele demasiado” y los “no siento nada”. En mi caso, tiene el mismo peso que la personalidad y el buen corazón. La frase que más me dicen mis amigas es “Yo una así como te gustan a ti…ni de coña nena”
-Quita, quita. A mí con una pequeñita me llega.
-¡Y por el culo menos!- dicen las más aventureras.
Yo solo añado que por detrás, grande o pequeña, mejor con un chupito de vodka en el cuerpo.
Bring it!
¿Sabemos ya que estamos hablando de pollas? ¿cierto? Genial.
Como iba diciendo, me parece maravilloso que a cada una de las personas de este planeta le gusten cosas distintas. Todo el mundo tiene su público y gracias a Dios no existe una opinión unánime sobre el tamaño en el que nos tienen que gustar los penes. Así yo me puedo ocupar de algunos de los que se queden desamparados por aquellas que no quieren una grande ni aunque les desgrave en Hacienda.
No me creáis tampoco la más valiente, sigo escapándole a un amigo mío, que por mucho que me equivoque en los cálculos, con lo grande que es él, el resultado siempre será que la tiene gigante, centímetro arriba, centímetro abajo. No quiero ni comprobarlo, ni preguntarle a nadie que se la haya visto. Yo sigo haciéndome la loca.
Aun así, a mí solo con pensar en una polla grande y bonita se me alegra el espíritu. Más recordando alguna que ya vi en el tamaño perfecto. Cuando mi psicóloga me vuelva a preguntar qué veo al imaginar esa parte de mi jardín interno que me hace sentir bien, le voy a contestar que una polla bien hermosa. O a Michael B. Jordan. O a las dos opciones a la vez.
Lo que te vas a encontrar por ahí es una lotería. Aun así yo siempre sé que gastan porque es que me lo huelo. Otra cosa es que me engañe a mi misma por amor al arte, por estadística, por la ciencia, por guarrear. Hay ocasiones en las que me tengo que aguantar la risa pensando en el momento en el que les cuente a mis amigas como la tenía de grande: “Medía tres puños como mi mano” Echa cuentas.
¿Significa que la tenga grande que el sexo va a ser un éxito? No. El tamaño no garantiza nada. Me pone de los nervios cuando me he cruzado con alguno que considera que con tenerla grande ya llega, que no tiene que hacer más nada, que con vérsela, verlo, tocársela y tocarle yo ya he triunfado en la vida. Pues va a ser que no. Lo generoso que sea un hombre no dependerá nunca del tamaño de su polla. Tampoco lo bueno que sea en cama. Ni tus orgasmos dependen de ella. Pero claro, a mi me luce grande. Y bien manejada pues ¿qué más se puede pedir? Me encanta el momento en el que la miras de reojillo y piensas: ¡Qué afortunada soy!
El caso es saber lo que disfrutas y no responsabilizar a nadie de ello. No le puedes exigir a tu novio que la tenga más grande. Ni ridiculizar su miembro. Ni menospreciarlo. Ni culparle de que te duele porque la tiene grande. La vida, hasta para las pollas, son elecciones. Y si tu vida sexual se te complica por una en concreto, habrá que buscar soluciones.
Bueno, ya sabéis algo más de mí, por si no os lo olíais a día de hoy: I like my dick like I like my lashes:
Otra carta más a ninguna parte, sólo por las risas.
Las prendas de Cléa aquí:
Love,
Nu