¿Cuál es el standard del éxito?
Propietaria.
Casada.
Empresaria.
Pero ¿para qué queremos ese éxito? Para ver si así nos permitimos ser felices, ya que de poder tener algo de verdad, pediríamos felicidad. Ni casas. Ni parejas. Ni empresas con éxito. Sólo queremos esas cosas por la emoción que asociamos, por lo que creemos que vendrá con ellas. Creemos que esas cosas son sinónimo de emociones bonitas. Que decepción cuando eso no ocurre y descubrimos que todo depende de nuestra decisión, y no de las condiciones ni de los actos de quienes nos rodean. Dejamos que lo que vemos influencie nuestro estado de ánimo y por eso tenemos una lista interminable de cosas que conseguir para hacernos dueñas de la felicidad eterna. Sin motivo no se puede ser feliz ¿no?
Poco hablamos del éxito que es dormir en paz, despertarse alegre sin motivo y del tener una mente entrenada para esperar cosas buenas más allá de una cuenta bancaria con siete cifras. Equivocadas estamos, hipnotizadas también, de creer que la felicidad está en algún lado.
El tema de esta semana se eligió a sí mismo hace dos. Estamos en época de cumpleaños, de rupturas y de nuevos romances entre mis amigas y como no, de crisis existenciales momentáneas. No se con cuantas personas he tenido la misma conversación sobre todo lo que “deberíamos” ya haber alcanzado en nuestras vidas. Hijos. Casas. Parejas. Llegan los 30 y el to-do-list ( o excusas para seguir torturándonos con lo que nos falta en vez de apreciar lo que sí tenemos)
La presión que nos imponemos es monumental y nos impide ver todas las bendiciones y lo que ya funciona de maravilla a nuestro alrededor. Ves como la gente se entristece y reduce su alegría a algo o a alguien ( Yo también dependiendo del día) O como limitan sus posibilidades de crecer o de vivir felices de verdad, porque ya tienen casa, marido y perro, y lo que les toca es el hijo, no romper la relación por falta de amor ( <<Nuria, por favor, no me digas eso, ¿Cómo voy a separarme?>>) A los que aguantan sin brillo en los ojos, les ganó la costumbre. Verdadera pérdida de tiempo y energía el buscar incesantemente la felicidad tras algo.
¿Por qué? Porque mientras sigamos poniendo la felicidad en algo, nunca va a estar con nosotros en el momento presente. Que nos pasamos la vida prisioneras de situaciones imaginarias negativas, pues vamos a serlo de imágenes que nos traigan alegría, paz y certeza de que todo está bien. Usa tu imaginación para tu beneficio, no como arma arrojadiza.
El éxito es la alegría. El éxito es decir ¡Hoy voy a sentirme genial porque sí! y permitirlo. Indiferentemente de los acontecimientos, de lo que tengas y de quien esté.
La impaciencia nos hace pensar en el vacío, en la ausencia de lo que queremos. Pero si te permites vivir desde la certeza de que pasará, te dará igual el cuando, los treinta, si tienes una casa en tu poder o no. Porque estoy segura que los objetivos que nos imponemos poco tienen que ver con nosotras y mucho con lo que pensamos que los demás ven de nosotras, ya que si nos fuéramos solas a una isla, todas esas necesidades se esfumarían y solo querríamos estar sanas, nadar, comer y beber.
Os mando un abrazo muy grande y me voy a poner a aplicar esto.
Love.
Nu.