Ni tampoco vamos a empezar a aprender a manifestar lo que amamos únicamente porque se acerca el 31 de Diciembre. Lo que si vamos a recalcar hoy, grabar a fuego y empoderar con palabras mal sonantes es la creencia de que siempre hay espacio y posibilidad de mejorar en la vida. Coño. Primera palabra. Ni treinta y unos ni finales de verano, cuando tú honestamente lo necesites. Me da igual que vengas de una familia humilde, pobre o rica, o de una familia o relación abusiva, o de cualquier hecho traumático o no tan traumático que crees que te limita: tu vida puede cambiar a mejor y es lo natural que pasará si lo permites. Hoy vengo a traer aire a tu mente, a respirar contigo un poco de paz.
El otro día escuchaba a un influencer hablar de cómo le parecía mal que otras influencers enseñarán sus bolsos de Dior a sus seguidores, porque habría gente que iba a sentir ansiedad por no poder acceder a ellos en su puta vida. A lo que yo mentalmente le contesté ¿y tú qué cojones sabes? ¿Dónde está el espacio a la superación? Aunque considere que hay causas más nobles para mejorar tu vida que la compra de un bolso ¿Dónde dejamos a alguien si le decimos que su vida no puede cambiar? ¿Dónde queda la posibilidad de liberarse de los patrones familiares para crear su abundancia y su realidad? ¿Qué le hacemos así a la capacidad de alguien para elegir hasta donde va a llegar en la vida?
Caparla.
Es como decirle << Mira neniño, pobre naces, pobre te quedaste>> Una barbaridad reflejo de tus propias limitaciones.
No somos nosotros los que dictamos la riqueza y definimos la calidad de vida de alguien en función de sus posesiones materiales o posición económica, que cada uno cree su propia definición. Dejemos de ir de inspirados por no enseñar nuestras compras porque hay alguien que tiene menos. No somos el centro del mundo. Eso es como los que están solteros cuando ven a sus amigos darse un beso y sueltan la de “Delante de los pobres no se come”
El problema está en creer que tu vida es mejor que la de los demás porque tu salón es más grande, porque tu bolso es más caro y porque tienes novio.
El problema está en creer que la vida de los demás es menos porque no tienen la posibilidad de comprarse un insignificante bolso de marca. El problema reside en esta cultura de tener por tener, en la que eres lo que tienes: me da lo mismo que sea un bolso de Chanel que un jersey (de mierda) del Primark. Esa cultura de comprar por comprar, cuando me da la gana y en la cantidad que me dé la gana, a lo loco y sin consecuencias.
Y en ese querer “pensar en el otro”, ya que esta persona considero que no lo dijo con mala intención, estás perpetuando su situación, el detalle del bolso es lo de menos, decirle a alguien que su vida no puede mejorar porque nació en condiciones de pobreza es una mentira y una crueldad. Otra cosa es que le vaya a costar más o menos salir de ahí, pero salir se sale. Nunca limites tu vida por los límites que se imponga otro o los límites que vea otro. Su límite no tiene porque ser el tuyo, quizás tú veas el cielo abierto donde él ve techo y condenas tu vida por su ceguera. Vamos a dejar de asumir por los demás, de predisponerles al fracaso, de hacerlos resistentes a la decepción, de ponerlos sobre aviso de un futuro terrible que desconocemos si llegará. Vamos a dejar de ser compasivos al estilo de la Iglesia: ocultando nuestra riqueza porque pensamos en el prójimo .
Esta carta es un llamamiento a que tu vida puede cambiar si así lo deseas, que puede mejorar, que se pueden cambiar hábitos, situaciones, compañías, pensamientos y creencias. Dependiendo de donde tengas tu atención y de lo buena que seas contándote excusas. Se puede. No te dejes contaminar por conversaciones de cuñados, muchas veces siendo tú, el cuñado.
No puedes enfermar lo suficiente para sanar a una persona enferma, no puedes ser lo suficientemente pobre para que alguien deje de serlo. ¿Desde dónde vas a ayudar mejor? Si te preocupan los demás, les harás ver que tienen espacio para crecer y enseñaras desde el ejemplo, para eso serás tu mejor versión.
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Love,
Nu.