Lo siento pero “Y tal vez te permitas un poco de paz” no sonaba tan malhumorado como quería. El caso es que el miércoles por la noche, de camino a casa, con mi amigo Yuji, estuvimos hablando sobre como dejar que las cosa sucedan en nuestra vida y una vez en cama, escribí lo siguiente, desde el agotamiento mental que tuve las últimas semanas.
“Maybe you accept you fucking deserve it. That you are fucking worth it. That what your parents taught you don’t matter.
You are going to allow things to work out for you, cause you are good enough. And you want it bad enough to choose a better feeling thought, to keep choosing better thoughts until you fucking believe them. I am tired of self-doubt and self-sabotage
Jesus! give me a break!
I deserve it. Thank you.
Like that. You pray like that. That’s a good prayer right there.
Tal vez aceptes que te lo mereces. Que lo vales. Que lo que te enseñaron tus padres no importa. Vas a permitir que las cosas funcionen para ti, porque eres lo suficientemente buena. Y lo deseas lo suficiente como para elegir un pensamiento que se sienta mejor, para seguir eligiendo mejores pensamientos hasta que te los creas. Estoy cansada de dudar de mí y de autosabotearme. Necesito un respiro. Me lo merezco. Gracias.
Así. Se reza así. Esa es la manera buena de rezar.
Y es agotador saber a la perfección todo lo que podrías hacer para cooperar con la vida que quieres y seguir eligiendo patrones que no te hacen ningún puto favor, porque eres incapaz (de momento) de asumir que eres más que suficiente y que la vida que deseas es una realidad para ti. Y esto te tiene que cabrear tanto que le hagas frente a esos pensamientos intrusivos a los que tu atención está acostumbrada a alimentar. Harta estoy. No necesitas leer mas libros para sanar, necesitas aplicar lo que lees. Dejar de posponer lo que te haría bien. Dejar de posponer la vida que anhelas.
Mira neniña, camino corto: Te lo mereces y poco a poco vas a ver que todo se coloca. Ya está. Para. Deja de volverte loca buscando el camino para llegar antes. Deja de controlarlo todo. Lo único que tienes que hacer es querer estar bien más que nada en este mundo, tanto que quieras cambiar esos pensamientos que no te hacen sentir tan bien, por aquellos que te liberan y te traen paz. Los malos no los creas reales. Y piérdete en la ensoñación. Sueña con lo que deseas que se transforme tu vida y no hagas nada que le lleve la contraria. Intenta emocionarte como si ya estuviera aquí, no esperes a que ocurra para creerlo. No funciona así, tienes que creerlo antes.
Dudar, es llevarle la contraria. Pensar en todo lo que puede ir mal, es llevarle la contraria. Pensar que eres una desgraciada, es llevarle la contraria.
¿Cuánto lo deseas como para empezar a ser parte cooperante de tu deseo y no un lastre coño?
Mucho. Lo deseo mucho.
Y necesitas apoyarte en ese par de ovarios que Dios te dio para algo. Para que te quieras.
Y te lo digo yo. Que Cléa existe por haber llevado la contraria a todos los pensamientos de desvaloración que me acompañaron por la mayor parte de mi vida. La vida no me podía ir peor de como ya me sentía.
Y si quieres llorar, llora. Si quieres decir que la vida es una mierda, también. Pero que se vayan después de una ducha. No te enganches. Pataleta, llorera y ducha. Porque tienes que cooperar contigo misma. Cooperar para que te vaya bien. Y una persona que sabe que todo funciona a su favor no anda haciendo una lista en voz alta de todo lo que no funciona en su vida cada vez que se encuentra con un amigo. Habla de todo lo que ya va bien. Porque sabe que la vida incluye todos nuestros pensamientos, no hace criba entre bueno o malo, solo te da aquello que tenga tu atención. Y si sigues pensando en que no te da un respiro, seguirá dándote razones para no respirar. Así que sí, voy a permitirme tener paz en mi vida y a asumir que me lo merezco. Esa asunción lo arreglará todo.
No rain, no flowers.
Love,
Nu.